La mujer de vestido bordado atravesó el río,
golpee sobre su puerta con el puño cerrado y desapareció.
Las cintas, las telas confundieronsé con los sonidos
y el movimiento anterior al agua.
Me llamaron.
Entré en el cubo.
Fantasmas me hablan,
los mismos que recuerdan cuerpos variados:
El problema de la correspondencia.
Para evitarlos, debo derrumbarme.
Una flor invisible destruye mis manos,
recorro la piel con el fragmento intenso de lo inexplicable,
acotare el punto limite donde no encuentro formas.
En un cubo de piedra dejo escapar extraños signos de soledad.
No pertenezco al tiempo,
recorro las primera estructuras fijas
(el desamparado corredor de la infancia)
Suelo tener miedo a la muerte.
En algunos espacios quede detenida.
Debería liberar tu rostro.
Los cubos de piedra adormecen,
permiten el circulo de los lenguajes infinitos,
(Desdoblar las formas de cada punto de cada piedra proyectado en el espacio.)
Todas las acciones son contundentes
no es banal aparecer,
Después de estar algo sucede.
autor > marianaRobles
